18-09-2015
Transferir las bases del pensamiento científico de Bert Hellinger al ámbito escolar permitió a los niños experimentar corporalmente los ordenamientos de la familia y sus fuerzas efectivas y así, dentro de ese orden, estar disponibles para el aprendizaje y las reglas de la escuela.
Los niños están integrados a su familia y son leales a ella, eso se ve claramente en la constelación familiar, y se empeñan con fuerza en unir su hogar con la escuela, y es precisamente cuando los docentes abren su corazón a los hogares de sus alumnos permitiendo que sean una presencia en el aula, cuando las fuerzas de los niños resultan fértiles.
Los niños están profundamente comprometidos con sus familias y otorgan prioridad absoluta a esta dinámica, y cuando la escuela los acepta con todo lo que traen así como está, puede enriquecer lo que ya existe.
Nada mejor para brindarle al niño que aceptar su destino tal cual es, con respeto por lo que es, así como es, sin intentar cambiar nada, porque como dice Bert Hellinger: “todos los destinos son valiosos”.
Marianne Franke relata cómo el rendimiento de los niños mejora si sienten el apoyo de los padres cuando están realizando una tarea. La sola mención de la presencia invisible de los padres les permite tranquilizarse y lograr el objetivo. El docente puede hablar de sus propios padres y mostrar cómo él también se siente apoyado en su tarea si imagina a sus padres con él, aunque éstos hayan fallecido, lo que permite a los niños huérfanos usar este mismo recurso.