Artikuluak

CEREBRO Y BAILE

2014-10-10

El baile es una manifestación cultural inherente a la especie humana, en todas las culturas y en todos los tiempos el baile ha estado presente. En el baile, una actividad exclusiva de los seres humanos, el individuo realiza movimientos al ritmo de la música bien en forma individual o en grupo. Así, el baile permite establecer lazos de cohesión social, alineación, imitación, comunicación. El grupo se unifica y se conecta emocionalmente durante el baile.
Desde la más temprana edad empezamos a movernos al ritmo de la música, incluso antes de hablar o caminar. La capacidad para bailar aparece en forma natural y temprana, algunos estudios muestran como al exponer a niños en forma temprana a ritmos de culturas diversas (primeros 6 meses exposición a diversos ritmos), tendrán más facilidad de bailar en etapas posteriores; después de este periodo crítico (estímulos después del año) el niño solo será sensible a los ritmos de su propia cultura en la primera infancia. Esto es muy similar a lo que sucede con el periodo crítico para el lenguaje. El baile es una forma de juego que sincroniza sistemas cerebrales, aprender a cantar y bailar es bueno para los individuos (Lawrence Parson). Al igual que en el lenguaje y el habla, en el baile existe una conexión entre percepción sonora y control motor. Probablemente en etapas antiguas el hombre observó que al caminar nuestros pasos generan un sonido que tiene un ritmo, estableciéndose una relación entre música y baile.
En un aspecto más físico, bailar puede ser una manera efectiva de ejercitar la mente y el cuerpo. Los investigadores han descrito como el hacer actividades físicas con regularidad puede en general contribuir a mantener el cuerpo, la mente y a tener un buen estado de salud a medida que envejecemos. El ejercicio aumenta la concentración en el cerebro de las substancias químicas que fomentan el crecimiento de las células nerviosas. Cuando practicamos un baile que nos exige recordar pasos y secuencias, estimulamos el poder mental ya que mejoramos nuestra memoria.
El baile es una actividad lúdica, social y deportiva. Desde el punto de vista neurológico al bailar se activan áreas sensoriales, motoras y de integración. Bailar implica coordinar una serie de movimientos corporales secuenciales, esto debe hacerse en periodos de tiempos concretos, tiempos que están determinados por el ritmo de la música. En el baile interviene la memoria a corto y a largo plazo, necesarias para recordar la secuencia de movimientos; se requiere también de percepción visual y percepción auditiva, coordinación motriz, equilibrio, comunicación y empatía para predecir los movimientos del otro, los movimientos de la pareja o del grupo.
Los beneficios que se derivan de la práctica del baile son múltiples e incluyen: el estimular áreas como el hipocampo, el área del cerebro que regula memoria, el estado de ánimo, y las zonas relacionadas con la coordinación del cuerpo. También se refuerzan patrones mentales de movimiento y coordinación con cada uno de los movimientos aprendidos. Durante el baile se induce liberación de endorfinas y otros neurotransmisores relacionados con el afecto, lo que reduce o previene alteraciones como la depresión. Bailar produce placer debido a que se libera endorfinas y dopamina, neurotransmisores involucrados en el afecto y el amor; permite además la adhesión social (relacionado con la oxitocina) y nos hace más atractivos a los ojos de los demás. Movimientos coordinados y armónicos pueden ser indicios de una potencial pareja saludable con una adecuada carga genética. La música es procesada en zonas cercanas a las zonas de procesamiento de emociones y memoria; de allí que música y danza pueden hacernos evocar momentos particulares.
También se aumenta la oxigenación cerebral. El baile es un ejercicio aeróbico que ayuda al fortalecimiento cardiovascular y de músculo esquelético. En los niños favorece la concentración, la atención, la memoria, trabajar y pensar más rápido, y a formar nuevas interconexiones neurales.
Peter Lovatt, director del Laboratorio de Psicología Dancística de la Universidad de Hertfordshire, afirma que bailar ayuda al cerebro a generar nuevas rutas de pensamiento, nuevos circuitos neuronales, especialmente cuando se combina con el canto y la música. El baile enseña a planificar y controlar tareas distintas que se ejecutan simultáneamente.
No importa si se trata de ballet o baile de salón, tango, salsa, merengue o bolero, el baile es muy bueno para ayudar a las personas de todas las edades y capacidades físicas a mantenerse en forma, sin importar sus limitaciones físicas. Un adulto de 75 kgs puede quemar aproximadamente 150 calorías practicando un baile en forma moderada durante 30 minutos.


El baile como terapia
Algunos estudios han mostrado que el baile disminuye el riesgo de demencia. Se ha reportado que las personas que practican el baile de salón al menos dos veces por semana son menos propensas a sufrir de demencia. Esto brinda esperanzas en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, ya que  el baile estimula la actividad prefrontal y temporal y a mejora las habilidades de comunicación, la memoria y la atención. Algunas investigaciones han mostrado que ciertas personas con la enfermedad de Alzheimer pueden recordar cosas que habían olvidado cuando bailan al ritmo de una música que conocían.
Por otro lado se ha reportado el efecto benéfico del baile, específicamente del tango, en la enfermedad de Parkinson en adultos mayores. Patricia McKinley encontró que mejora el estado cognitivo y el sentido del equilibrio en pacientes con Parkinson, pues en el tango se incorporan ejercicios de rehabilitación psicomotriz que incluyen pasos adelante, pasos hacia atrás, pasos de lado, apoyo en una sola pierna, caminar en línea recta, dar vueltas en espacio reducido. También se afirma que bailando podrían mitigarse los daños neuronales dejados por esta enfermedad y mejorar capacidades como la capacidad de generar ideas nuevas y creativas (pensamiento divergente).
También se ha estudiado los efectos del baile en la autoestima de quienes lo practican y aparentemente podría fortalece nuestro amor propio.


GABA y baile
Científicos de la Universidad de Oxford han encontrado que la capacidad para aprender tareas complicadas (bailar es una de ellas) es proporcional a la cantidad de una sustancia química llamada GABA, un neurotransmisor que regula la actividad eléctrica de las neuronas. El GABA es un neurotransmisor inhibidor importante para la plasticidad de la corteza motora frontal, una región del cerebro involucrada en la planificación, el control y la ejecución de movimientos voluntarios.
Se ha reportado que una reducción de GABA en hasta un 30% aumentaba la velocidad de aprendizaje en un 70%. Los resultados sugieren que el nivel de GABA pueden ser clave en la corteza motora para realiza las conexiones neuronales que constituyen la base celular del aprendizaje y la memoria. Este hallazgo ofrece una ventana importante en la recuperación después de una lesión cerebral, como en el caso de un accidente cerebrovascular. Reducir GABA y estimular actividades como el baile podrían favorecer la rehabilitación del paciente.
En resumen la danza es una actividad neural en la cual se integra lo emotivo, lo sensorial, lo motor, lo racional; como alguna vez dijo Isadora Duncan: “Danzar es sentir, sentir es sufrir, sufrir es amar; Usted ama, sufre y siente. ¡Usted danza! “

Cerebro y baile